El periodismo es una carrera donde nos limitamos a observar y documentar. A veces nos entregamos a la idea de meternos en ciertos temas complicados, como es la política, o las grandes mafias. Pero siempre somos observadores de cuanto ocurre, nunca tomamos parte directa en el asunto. De hecho, esto me recuerda las palabras que me dijo alguna vez un fotógrafo que conocí: yo no tengo la misión de ser la noticia, sino de encontrarla y exponerla. Esa es nuestra misión, pero tiene un fin mucho más importante, que es el de que la ciudadanía tome conciencia de lo que ocurre en nuestro mundo, y traten de hacer algo por cambiarlo. Como dijo alguna vez un reconocido fotógrafo, yo no puedo cambiar el mundo, pero sí puedo mostrar por qué tiene que cambiar.
En este sentido me he puesto a reflexionar sobre el tema en una visión mucho más amplia, ¿somos nosotros parte de las cosas que suceden, o meros espectadores del acontecer? Quizás el ego nos remita a la primera, pero casi siempre la práctica nos personifica como simples actores secundarios de la gran historia que acontece a nuestro alrededor, incluso podríamos decir que ni siquiera tenemos una línea en el “gran guión”. Yo mismo he participado en marchas en contra del abuso del ser humano hacia Gaia, pero eso no me convierte en actor principal del tema, sino un mero acompañante; como la cebolla en un bistec a lo pobre. Puedo debatir constantemente acerca de diversos temas como es la delincuencia, las injusticias sociales, o en los problemas de tránsito que vemos todos los días en nuestras ciudades. Puedo formarme una poderosa opinión acerca de estos temas, e incluso influir en otras personas para que piensen como yo. ¿Pero estoy haciendo algo por cambiar lo que creo injusto o mal hecho?
Este mismo tema me recuerda lo que hicieron los secundarios en nuestro país hace poco. Se enfrentaron con manifestaciones sin precedentes en los últimos 30 años contra algo que creían injusto, y que los estaba perjudicando en gran medida. Lo malo fue ponerme a pensar por qué no lo hizo antes mi generación, donde existían exactamente los mismos problemas y todos creíamos de igual forma que eso era algo que estaba mal, y que debía cambiar. Yo pienso que esto ocurrió básicamente porque nacimos en medio de un proceso, es decir, estuvimos en nuestra infancia metidos en dictadura, y vivimos nuestra adolescencia en un proceso en el que aun existían miedos, y donde ya no existían los problemas por lo que nuestros padres lucharon (sea por uno u otro bando). Es decir, sabíamos cuál era la pelea por la cual nos adoctrinaron a combatir, pero cuando llegó el momento de hacerlo, ya no teníamos por qué hacerlo. Quizás por hacer una rara similitud, nosotros también nacimos en medio de cambios de procesos tecnológicos. Pasamos de escribir nuestros trabajos a mano, consultando libros y transcribiendo lo que ahí decía, a una era donde todo está en internet, y el acceso es cada vez más fácil y rápido. De ahí que no nos podamos decidir a quien apoyar, si a los niños que buscan su bibliografía en la web, o a los adultos que la buscan en los libros. Quedamos en medio, y no sabemos por quién, ni cómo tomar parte.
Pero esa es nuestra generación, la de personas que tenemos entre 20 y 30 años, quizás menos, quizás más. ¿Pero qué pasa con el resto? ¿Acaso no somos todos parte de la misma sociedad, con sus problemas y virtudes? Y si somos todos parte, ¿no somos acaso todos responsables de los problemas y logros que hemos alcanzado?
Un amigo me comentó que Chile tiene una sociedad basada en los caudillos, es decir, necesitamos de un ente que nos lidere y nos guíe, para bien o para mal. A quien podamos acudir para que nos soluciones nuestros problemas y nos felicite por haber hecho un buen o mal trabajo. Al principio me costó encontrarle la razón, pero ahora que lo medito, creo que está en lo correcto.
Veo todos los días que muchas personas acuden al presidente de turno para que les instale centros culturales, les arreglen las calles, les dignifiquen la vivienda o combatan la drogadicción; y mientras esto ocurre quedan expectantes viendo si es que esto soluciona sus problemas, mirando o incluso observando. Eso mismo me hace pensar en que cuando era chico, y queríamos tener un auto para deslizarnos a “toda velocidad” por la calle con la mejor pendiente que encontráramos, simplemente lo fabricábamos, con un manubrio hecho con un par de cuerdas, un par de tablas como asiento y rodamientos como ruedas. Hoy en día si no es eléctrico, no sirve.
La tecnología y el avance nos han quitado de a poco el ingenio que nos ha caracterizado como especie, de solucionar los problemas de a poco, al principio rudimentariamente y luego con mayores avances. Quizás si entendiéramos que podemos hacer con esfuerzo nuestros propios centros culturales, apoyar a la gente que consume drogas para que puedan salir o inventando formas que terminen con la delincuencia en nuestros barrios como trabajos o quizás escuelas nocturnas, las cosas podrían cambiar para mejor.
Anoche veía como a los okupas les iban a quitar su casa que destinaron como un centro cultural gratuito en el barrio República. Entiendo que el recinto es de una institución de gobierno, pero el uso que le estaban dando es realmente fantástico: talleres culturales de danza, una pequeña biblioteca, pintura, etc. Ellos quisieron hacer algo que nos beneficia a todos, quisieron ser actores principales dentro de esta pequeña “comunidad”, con casi nada de recursos, pero con buena voluntad. Pero al parecer el sentido de propiedad va a ser el ganador en esta ocasión, y no el buen fin que tenía este lugar.
Ejemplos puedo dar muchísimos, para bien y para mal. Pero lo que quiero que me gustaría que piensen y mediten, es qué quiero ser yo, un actor principal, o parte del gran público. Quiero ser parte de la solución, o esperar que nuestros caudillos lleguen y tomen medidas que no siempre nos benefician por completo.
Quizás si ponemos de nuestra parte, logremos un cambio para bien. Pero ojo, esto se logra mediante un esfuerzo, mediante una lucha que no siempre podremos ganar. Los okupas están en la suya, y los escolares en otra. Pero quizás el fin que buscan sea lo suficientemente bueno como para que valga la pena un poco de stress y cansancio. Lo que sí estoy seguro, es que vale la pena intentarlo y buscar mejoras que pueden ser pequeñas o grandes, pero que signifiquen un cambio positivo en nuestro entorno. Esta es nuestra misión. Ahora, está en cada uno la oportunidad de tomarla o no…
Amigo,
¡Cuando quieras otra junta en mi depto! jejeje :)
Con respecto al tema de si prefiero ser actor principal o mero expectador.. bueno, prefiero ser lo primero (jejjee) aunque no me molesta la idea de ser la cebolla... más que mal es una de las cosas más ricas del plato y lo que lo diferencia de un simple bistec con papas fritas ¿o no?
Pero mira, yo lo veo así... por el hecho de ser periodistas no podemos darnos el "lujo" de ser meros expectadores, nuestro rol es importante y DEBEMOS ser actores... pricipales o secundarios... pero actores
Un besote,
Pau